Autoridad y Poder del faraón

Introducción

El tema fundamental de esta práctica será la figura del faraón de Egipto, en el contexto bibliográfico citado. Así, la primera pregunta que hay que hacerse sobre este tema es la siguiente: ¿Era el faraón  un dios para los egipcios? Aunque las lecturas citadas hacen una referencia bastante confusa sobre este tema, parece claro según Presedo (1995:12-14) que el faraón no era un dios propiamente dicho, sino mas bien un intermediario entre los dioses y los hombres, tornándose así figura fundamental de la cultura y la religión egipcias.

Atributos propios del faraón, como el de ser hijo del o de los dioses (“Hijo de Ra (o de Re”) en la mayoría de los casos) no fueron uniformes a lo largo de los mas de tres milenios aproximados que vivió la civilización egipcia. De este modo, vemos que sobre todo en la XVIII Dinastía transformaciones sustanciales de esta naturaleza del faraón como hijo inmutable del dios Re (el cual era uno de los dioses primigenios de la cosmología egipcia, identificado por los investigadores como  dios del Sol). Amenhotep  III y sobre todo Amenhotep IV (también llamado Akhenatón, que fue el nombre que adoptó como “hijo del dios Atón”, o dios del disco solar), así como posiblemente su hijo Tutankhamón[1], transformaron  la escena religiosa egipcia en favor de algo que muchos han identificado con el monoteísmo, en este caso al dios Atón.

Como señalé en otro lugar (Gómez Motos, 2023) todo parecería indicar que este cambio en los dioses venerados trajo consigo transformaciones radicales en otros ámbitos de la cultura egipcia, tal como sería el arte egipcio, que durante los reinados de los faraones mencionados sufrió cambios tipológicos bastante acusados, como podría ser la estilización de las representaciones humanas, principalmente las que representaban a los faraones Amenhotep III y Amenhotep IV, asociada tal vez (y sólo tal vez) a una pretendida feminización de la figura representada, ya que durante el reinado de estos monarcas se observa también un peso creciente en el arte y la representación egipcia de sus esposas (cuyo caso mas famoso es el de Nefertiti, esposa de Amenhotep IV, si bien es notorio que esta tendencia se advierte en primer lugar durante el reinado de su padre, Amenhotep III) (ver O`Connor & Silverman, 1995;  Silverman, 1991).

El faraón y la religión egipcia

Aunque esto que voy a decir se advierte sobre todo durante el reinado de Akhenatón (O´Connor & Silverman, 1995) el hecho es que parece común en la concepción religiosa egipcia que el ka del faraón es de una naturaleza superior, y similar a la de los dioses, con los cuales (y en buena parte gracias a esto) se observa que el faraón es concebido como hijo de los dioses, “hijo del dios Re” (o “hijo de Atón” en el caso de Amenhotep IV) o bien de otros.

Como hice notar en otro lugar (Gómez Motos, 2023) la relación tan estrecha entre los dioses y los hombres que se dio durante el Egipto antiguo se debería en buena parte a que el sumo sacerdote de la cultura egipcia, el máximo intermediario entre los dioses y los hombres, de los cuales dependía la supervivencia de la cultura egipcia y de Egipto mismo, era el faraón. De este modo, si tenemos en cuenta por ejemplo los ritos conducentes a la obtención de las imprescindibles cosechas del valle del Nilo (representado mayormente con el dios Osiris (Gómez Motos, 2015) pasaría invariablemente por el protagonismo del sumo sacerdote egipcio, o sea, como se ha dicho, el faraón, en su papel de supremo intermediario con los dioses.

Pero hay otros aspectos mucho menos prosaicos sobre el tema de la relación entre el faraón y la religión egipcia. Como se dijo en otra ocasión (Gómez Motos, 2023) todo indicaría que la religión en tiempos del Egipto antiguo penetraba en todos los ámbitos de la vida de los egipcios de aquella época, incluso en los mas pequeños de la vida cotidiana. Pues bien, y yendo un poco mas allá, podríamos citar este hecho también en relación a la figura del monarca egipcio, ya que se trataría de la principal figura de la religión egipcia entre los hombres (O’Connor & Silverman, 1995; Silverman, 1991). Veríamos en tal caso que dentro del culto propio de la religión egipcia (tan importante, como hemos dicho, para los egipcios)  llevaría implícito también el culto a la figura del faraón de Egipto, ya que de hecho era la principal figura religiosa, es mas, era el hijo de los dioses (y de hecho similar a ellos (Silverman, 1991).

Fundamentación de la autoridad regia del faraón

Siguiendo a Frankfort (1981; 1981) para explicar el poder del faraón hay que recurrir al estudio de los primeros faraones y del Estado egipcio, o sea, unos tres milenios antes del comienzo de nuestra era aproximadamente en el que, según la leyenda mas aceptada incluso en nuestros días, un rey mítico (“El rey Escorpión”) unificó el Alto y el Bajo Egipto. Aunque lo cierto es que todo es mas complicado, si seguimos las líneas de los investigadores modernos, aunque parece cierto que al menos una de las razones fundamentales de la importancia del faraón se remontaría a estos orígenes de unificación entre el Egipto nubio y el del área del Delta del Nilo en tiempos de los primeros faraones.

Ya anteriormente existía un Alto y un Bajo Egipto, pero anteriormente a la figura de este (o estos) reyes míticos es de cuando podemos hablar de fundación del reino antiguo de Egipto y de la aparición de los primeros faraones, tales como por ejemplo Menes, o bien de otros como los que aparecen en la pieza arqueológica de la Paleta de Narmer, la cual data de los tiempos de la unificación, razón por la cual sigue siendo una de las piezas arqueológicas mas codiciadas e importantes de cuantas se conocen.

Paleta de Narmer. Fuente: Historia National Geographic.

Documentos arqueológicos como la Paleta de Narmer nos muestran que Egipto no fue siempre un reino unificado, sino algo que se hizo a través de la conquista del Sur por el Norte (El Alto y el Bajo Egipto respectivamente). Además, y contra lo que se podría llegar a pensar, no fue el Norte el que conquistó al Sur, sino que (como se ve claramente en la corona que lleva el rey representado -posiblemente Menes, aunque esto es solo una suposición histórica-) fue el Alto Egipto del Sur el que unificó el reino mediante la guerra y conquista con los reinos del Norte (o sea del Delta del Nilo), ya que dicho atributo corresponde, como digo, al Alto Egipto.

Posteriormente, y durante los aproximadamente tres milenios siguientes que duró el Egipto unificado, este hecho (el de la unificación) fue utilizado continuamente por los faraones para justificar su autoridad. Ello se ve claramente en los atributos del faraón, principalmente la corona que, a partir de la unificación por parte probablemente del rey Menes (¿El rey Escorpión de la leyenda?), paso a simbolizar dicha unión del Alto y el Bajo Egipto bajo un solo estandarte. Todo esto se aprecia claramente en las representaciones de la Paleta de Narmer, que por un lado representa al rey del Alto Egipto venciendo a las fuerzas de Norte (o Bajo Egipto); en el reverso, se ve ya al rey (faraón) del reino unificado de Egipto portando la corona que representa dicha unión, y comandando los ejércitos de los distintos reinos bajo un solo soberano. De ahí la importancia de este resto arqueológico de la Paleta de Narmer desde hace milenios, mas concretamente desde tiempos de las fundación del reino de Egipto como tal.

Conclusiones

Por todo lo expuesto, podemos concluir respecto a la figura del faraón, su autoridad y su poder sobre sus súbditos, que este se asentaba sobre bases principalmente religiosas e ideológicas, ya que, como se ha señalado mas arriba, la religión egipcia era el rasgo definidor de dicha civilización, incluso en nuestros días. De este modo, el hecho de que el faraón se constituya a si mismo como una figura clave en la relación entre dioses y hombres, hace que su figura resulte fundamental para los egipcios de entonces.

Pero además, y viendo otros documentos como por ejemplo la Paleta de Narmer, advertimos otra posible causa al enorme poder que atesoraban los faraones en el Antiguo Egipto, esto es, el elemento político y militar, ya que es gracias al mismo que se unifica el reino de Egipto, de la mano del primer faraón, conocido habitualmente entre los egiptólogos e historiadores con el nombre de Menes (“rey Menes”), y que en la mitología popular se conoce con el nombre de “rey Escorpión”, siendo muy difícil demostrar tal caracterización, ya que se trata esta última de una denominación de carácter mítico.

En cualquier caso, estas fueron en esencia, y siguiendo los textos reseñados de Silverman, O’Connor y Frankfort principalmente (aparte de la Paleta de Narmer) los ejes fundamentales sobre los que se asentó la autoridad de los faraones egipcios.

BIBLIOGRAFÍA

Blanco Freijeiro A, Presedo F-J & Elvira, M-A: Faraones y Pirámides. Cuadernos Historia 16. Madrid. 1995.

Frankfort, Henri. «La base histórica: La realización de Menes». En: Frankfort, Henri. Reyes y dioses. Madrid: Alianza 1981. p. 39-47. ISBN 9788420623085

Frankfort, H.. «La autoridad del rey». En: Frankfort, H.. Reyes y dioses. Madrid: Alianza editorial, 1981. p. 75-84. ISBN 9788420623085

Gómez Motos, E-A: “Fundamentación religiosa del Egipto faraónico (PEC 1)”. Academia.edu. 2023.

Gómez Motos, E-A: El concepto de Tiempo en el Mediterráneo Antiguo. Implicaciones religiosas, filosóficas y políticas. Kindle Publishing. 2015.

O’Connor, D. & Silverman, D.P. (eds.). «The Nature of Egyptian Kingship». En: O’Connor, D. & Silverman, D.P. (eds.). Ancient Egyptian Kingship. E.J. Brill, 1995. p. 49-92. ISBN 9789004100411

Silverman, David P.. «Divinity and deities in Ancient Egypt». En: Shafer, B.E.. Religion in Ancient Egypt, Gods, Myths, and Personal Practice. Ithaca : Cornell University Press, 1991. p. 58-87. ISBN 9780801425509

IMÁGENES

  • Abel G.M: “La Paleta de Narmer. El primer faraón”. Historia National Geografic. 29/5/2020.
  • Atributos del faraón. Fuente: Wikipedia

[1] Cuyo nombre sin embargo parece hacer mas referencia a otro dios tradicionalmente aceptado, el dios Amón.

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