Las organizaciones de la izquierda revolucionaria[1]

El siguiente texto no pertenece estrictamente a la temática del resto del libro que presento, sino que, fruto de mi interés creciente por las agrupaciones y la organizaciones obreras en el seno del bando republicano durante la guerra, no podía dejar pasar la oportunidad que me presenta el libro de Ramírez Navarro y su enumeración de las  organizaciones concretas del movimiento obrero, tanto de carácter comunista como estrictamente anarcosindicalista y que operaron al menos en Andalucía Oriental (más concretamente en Almería) durante la guerra civil. Se trata de organizaciones obreras, campesinas, estudiantiles y de mujeres tanto de signo político comunista como anarquista.

Eloy Andrés Gómez Motos: «Revolución y colectividades en la España de la guerra civil. El proceso colectivizador en Andalucía oriental». 2016.

1. Las Casas del Pueblo

 Las Casas del Pueblo, al igual que los centros obreros que las precedieron, eran espacios de sociabilidad en los que los trabajadores, además de organizarse para plantear de forma más eficaz sus reivindicaciones, podían establecer tramas asociativas y satisfacer sus necesidades educativas y de ocio. Las Casas del Pueblo se convirtieron así en un factor de identidad y de cohesión grupal para la clase trabajadora y de alguna forma, al igual que los ateneos libertarios de los anarquistas, prefiguraban el futuro soñado por las organizaciones proletarias y se acabaron convirtiendo en pequeños estados obreros dentro del Estado capitalista en los que coexistían espacios de formación y reunión, centros de cultura, sedes de cooperativas y economatos y hasta dispensarios médicos.

2. Organizaciones comunistas

La Unión de Juventudes Comunistas y la JSU

 Las juventudes de los partidos obreros y en general las ramas juveniles de los partidos de izquierda y derecha van a cobrar una especial importancia a lo largo de la década. Los años treinta suponen en España la irrupción de la juventud como protagonista principal de la escena política. Así, una generación de veinteañeros o de jóvenes que apenas rebasan los treinta años copará los puestos más importantes, especialmente en aquellas organizaciones que apuestan por soluciones extremas como el movimiento libertario, el Partido Comunista o la Falange.

 Las Juventudes Socialistas existían desde 1908, año en que fueron reconocidas por el PSOE, mientras que la Unión de Juventudes Comunistas se creó en 1921 al igual que el PCE. Su militancia procedía de la Federación de Juventudes Socialistas. La UJC fijó una edad máxima de 25 años para afiliarse y la pertenencia a un sindicato de clase que, en la inmensa mayoría de las ocasiones, era la UGT. Su órgano de prensa, El Joven Comunista, llegó a tirar 15.000 ejemplares. En el conjunto del territorio nacional contaba con 400 afiliados en 1929, 4000 en 1931 y 11.000 en 1933. En ese mismo año la FJS tenía unos 50.000 afiliados. En 1932 los jóvenes comunistas crearon la organización infantil Los Pioneros Rojos, a imitación de la soviética. 

 La UJC celebró su segundo congreso en Madrid en mayo de 1934. En representación de Almería, asistió Ángel Aguilera máximo responsable provincial de la organización. La militancia comunista almeriense era tan escasa que los jóvenes ingresaban directamente en el PCE y solo a partir de 1933 comenzaron a organizarse las juventudes comunistas.

 El proceso de acercamiento y unificación de las juventudes socialistas y comunistas  partió de la UJC que, en julio de 1934, convocó a la FJS a una reunión en la que se planteaba la posibilidad de acciones puntuales conjuntas y de la que se salió con la voluntad de iniciar un proceso de unidad. Este acercamiento era consecuencia de la aplicación en España de la nueva política fijada por la Internacional Juvenil Comunista en su VI Congreso. Tres meses más tarde, la entrada de la CEDA en el Gobierno, la huelga general, el fallido intento revolucionario y la posterior represión consiguieron impulsar la unidad de jóvenes socialistas y comunistas que encontraron en la lucha contra la represión y en la amnistía de los presos políticos nuevas razones para la unidad de acción.

 Las juventudes socialistas y comunistas, adelantándose a los fallidos intentos de sus mayores, culminaron su proceso de fusión en Moscú en marzo de 1936. Los comunistas acabaron aceptando la denominación ‘socialista’ para la nueva organización mientras que los socialistas se comprometían en pago a rechazar el trotskismo. Santiago Carrillo por los socialistas y Trifón Medrano por los comunistas eran los principales responsables de ambas organizaciones juveniles. La Juventud Socialista Unificada, resultado del proceso de unidad, se acabará convirtiendo en un partido de masas y superará los 100.000 afiliados. Sin embargo, el congreso de unidad, previsto para agosto de 1936 se vio truncado por el estallido de la Guerra Civil.

 La Agrupación de Mujeres Antifascistas

 La Agrupación de Mujeres Antifascistas se creó en 1933, presidida por Dolores Ibarruri y con Catalina Salmerón, hija del presidente de la Primera República, como presidenta de honor. Dependía de la organización internacional Mujeres contra la Guerra y el Fascismo que a su vez había sido creada por la Komintern. Sin embargo el congreso constituyente de la nueva organización no tuvo lugar hasta junio de 1934. Su funcionamiento se vio interrumpido pronto ya que, tras la revolución de Asturias, fue declarada ilegal y tuvo que cambiar su nombre por el de Pro Infancia Obrera.

 La AMA defendía el papel activo de la mujer en la derrota del fascismo. Llegó a aglutinar a más de 60.000 afiliadas de unas 255 agrupaciones locales repartidas por toda España. El comité nacional marcaba la línea a seguir y por lo general los comités locales contaban con un escaso nivel de autonomía. Su pretensión era ser una organización transpolítica y de hecho en su seno coincidieron comunistas, socialistas, republicanas e incluso nacionalistas vascas aunque su dirección política estuvo siempre controlada por el PCE. Por lo que se refiere a la extracción social de las afiliadas a la AMA, la mayoría era de clase baja o de clase media baja. Amas de casa, obreras, dependientas y criadas componían el grueso de la afiliación, pero existía también un importante grupo de mujeres de clase acomodada y profesionales como funcionarias, abogadas o maestras, hasta tal punto que los críticos con la organización, entre los que se encontraban muchos socialistas y republicanos, para denigrarla, la denominaban ‘Mujeres Antes Fascistas’. En Almería la organización estuvo en manos de mujeres que en su inmensa mayoría procedían del proletariado. La AMA tuvo carácter urbano y contó con una muy escasa representación de mujeres campesinas.

En noviembre de 1937 celebró en Valencia su segunda conferencia nacional presidida por Dolores Ibarruri y la madre de Fermín Galán. A partir de esa fecha comenzó a publicar una revista que, por si quedaba alguna duda sobre la vinculación comunista de la organización, se llamó Pasionaria porque, según  explicó su directora, Manolita Ballester, compañera del pintor y cartelista del PCE, Josep Renau, «Dolores Ibárruri representa para la conciencia de nuestro país cuanto de noble y generoso anima hoy el espíritu de nuestras mujeres».

 Entre otras reivindicaciones, pidió al Gobierno que liberase a los hombres de trabajos en la retaguardia que pudiesen ser ocupados por mujeres, para que ellos marchasen al frente: «Nosotras decimos a los hombres que vayan a batirse; que su comida y su ropa están aseguradas; que sus hijos estarán atendidos; que nuestra acción, cada día mejor en la retaguardia, será la base segura de la victoria en vanguardia». Aunque la imagen de la miliciana Lina Odena, muerta en el frente de Granada, se haya convertido en uno de los iconos de la propaganda comunista, tanto la AMA como el partido considerarán que el papel más importante de las mujeres se encuentra en la retaguardia.

La organización sobrevivió a la guerra aunque, ya en el exilio, cambió su nombre por el de Unión de Mujeres Españolas.

 Unión de Muchachas

 Ligada a la JSU, surgió en Madrid en 1937 y llegó a contar con unas 2000 chicas entre los catorce y los veinticinco años reclutadas para trabajar en la retaguardia, en fábricas y talleres. La organización se proponía la formación política e ideológica de sus afiliadas y contaba con un órgano de prensa propio, Muchachas.

Unión de Muchachas hizo numerosos llamamientos para captar a las chicas campesinas y se propuso, como objetivo para lograr una verdadera unidad antifascista, terminar con los recelos entre las jóvenes del campo y las de la ciudad. Como señalaba en su periódico Muchachas, «se han terminado las señoritas de ciudad que miraban con recelo a las campesinas, que consideraban como seres inferiores, y se han terminado las paletas, que miraban con rabia a las jóvenes de la ciudad». 

La Asociación de Amigos de la Unión Soviética

 En 1927 se creó la Asociación de Amigos de la Unión Soviética con la finalidad de propagar los logros del socialismo y luchar contra las opiniones emitidas por los enemigos de la URSS. En España se fundó en 1933 por impulso de Wenceslao Roces. Sus actividades eran de tipo cultural y se encargaba de organizar exposiciones y conferencias en torno a la URSS.

 A partir de 1927, los partidos y sindicatos comunistas occidentales y las asociaciones de amigos de la Unión Soviética organizaron viajes de propaganda a Rusia coincidiendo con el Primero de Mayo o con los aniversarios de la Revolución de Octubre. Se consideraba que los viajes de las delegaciones de obreros eran uno de los métodos de propaganda más útiles puesto que a la vuelta los trabajadores explicaban a sus compañeros la nueva sociedad que se estaba construyendo de la que ellos, evidentemente, habían conocido solo la cara amable que les habían presentado los soviéticos. Las organizaciones comunistas llevaban a veces a trabajadores en paro para que hablaran del pleno empleo a su regreso. Tras el primer viaje de delegados españoles a la URSS, se hicieron actos en varias localidades españolas (…)

 En su manifiesto fundacional la Asociación de Amigos de la Unión Soviética se proponía «contar en toda España con la adhesión individual o colectiva de representantes de todas las clases y de todas las tendencias políticas» al objeto de «plasmar el anhelo de miles y miles de españoles que no pueden considerar ajena a sus preocupaciones humanas ni a los destinos del mundo la lucha por la sociedad nueva que ciento cincuenta millones de hombres están librando en el país de los Soviets». El manifiesto fue firmado por conocidos intelectuales entre los que figuraban Antonio Machado, Federico García Lorca y Pío Baroja.

 En España su primera actividad fue una exposición de carteles, libros para niños,  fotografías y grabados soviéticos en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. La exposición viajó a Almería, Sevilla y Vigo. La Asociación llegó  contar con su propio periódico, Rusia de hoy.

La asociación se definía a sí misma como «organización autónoma al margen de todos los partidos políticos» aunque tradicionalmente se la ha encuadrado dentro de lo que se ha denominado la galaxia del PCE.  

Además del dinero que llegaba vía Madrid procedente de Moscú y de las cuotas de sus afiliados, la asociación contaba con la venta de la revista Rusia de hoy como vía de financiación.

El Socorro Rojo Internacional

 El Socorro Rojo Internacional se creó en 1921 en la Unión Soviética, a imitación de la Cruz Roja, para canalizar la solidaridad internacional en favor de los revolucionarios perseguidos. La Komintern decidió que todos los partidos comunistas debían sostener el Socorro Rojo y fundar las divisiones nacionales en sus respectivos países. La prensa comunista debía dar importancia a las actividades desplegadas por la nueva organización e incluso se adoptó el 18 de marzo como día internacional del Socorro Rojo en la esperanza de que, andando el tiempo, se convertiría en una fecha tan popular como el Primero de Mayo. Su principal dirigente fue el comunista alemán Willy Munzenberg, encargado por Stalin de poner en marcha las campañas de solidaridad internacional con la población rusa. El primero de sus éxitos como propagandista del comunismo fue la campaña mundial de 1921 en solidaridad con las poblaciones rusas afectadas por las hambrunas motivadas por la guerra civil. Después se centró en la ayuda a los presos comunistas en otros países y en labores de propaganda a favor de la Unión Soviética. Durante la guerra y acompañado de escritores como Arthur Koestler y Gustav Regler montó una pequeña oficina en París desde la que creó una red mundial de propaganda contra la rebelión franquista.

 Aunque en España comenzó a funcionar de forma clandestina en 1926, no fue hasta tres años más tarde cuando se consolidó una verdadera dirección nacional del Socorro Rojo. En 1932 ya tenía 194 comités locales y 33.000 afiliados (…)

 Los comités locales eran elegidos por la asamblea general que, al igual que pasaba con los radios comunistas, elegía también una comisión revisora de cuentas. Cada comité local estaba compuesto por un presidente y secretario general, de Organización, de Agitación y Propaganda, sindical, femenino y de Ayuda. La forma de organizar y distribuir los cargos era prácticamente idéntica a la de las organizaciones comunistas.

El Socorro Rojo fue un propulsor de la nueva dinámica política que tendía a sacar al PCE se su tradicional aislamiento para impulsar una política unitaria con las otras fuerzas de la izquierda que finalmente condujo a la formación del Frente Popular. Iniciada la guerra, la organización contribuyó a crear aunque de forma rudimentaria una intendencia y una sanidad para las columnas de milicianos. El Socorro Rojo puso en marcha también los hogares para los combatientes o los campamentos para los hijos de los caídos. El secretario de Organización del PCE, José Morante, fue también secretario general del Socorro Rojo.

La Liga Atea

 En mayo de 1933 comenzó su andadura, con unos setenta afiliados en su mayoría comunistas, el comité local de la Liga Atea, filial de la Internacional de Libres Pensadores Revolucionarios. Juan Manuel Bravo Antúnez y José Márquez Rodríguez fueron sus organizadores. Su objetivo fundamental era «combatir la influencia religiosa» desde el punto de vista de «los intereses revolucionarios de la clase oprimida y ligando esta lucha a la lucha contra el Imperialismo y el Capitalismo, pues consideramos que no se puede conseguir una desaparición completa de la religión más que en una Sociedad sin clases».

 Las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas

 La tradición insurreccional forma parte del corpus teórico del marxismo- leninismo. El proletariado en armas ha de conquistar el poder para implantar su dictadura y destruir el estado burgués. Por lo tanto, las organizaciones comunistas aspiraban a tener milicias armadas con las que promover la insurrección proletaria. Sin embargo la debilidad del PCE desde su fundación hasta el año 1936 llevó a que esas milicias, más que la base de un futuro ejército del proletariado, se limitaran a ser grupos de autodefensa frente a la amenaza fascista.

 Las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas (MAOC) fueron fundadas en la primavera de 1933 aunque no empezaron a funcionar de manera efectiva hasta finales de 1934, después del fracaso de la revolución de octubre. Juan Modesto pasó a liderarlas y organizarlas tras haber realizado un curso de formación en la Escuela Leninista de Moscú. La existencia de las milicias se limitó a Madrid. En el resto del territorio nacional hubo que esperar al triunfo del Frente Popular para que empezaran a organizarse de manera efectiva.

 Y aun así se dio la paradoja de que, tras el giro en la estrategia del PCE que siguió al VII Congreso de la Internacional en 1935, unas milicias que habían sido concebidas para derrocar al Estado burgués se acabaron ofreciendo a ese mismo Estado para neutralizar el peligro de sedición militar y de hecho jugaron un papel importante para que fracasara el golpe en algunas ciudades de España. En mayo de 1936 las MAOC contaban con unos 4000 milicianos en toda España, de los que aproximadamente la mitad estaban en Madrid.

Altavoz del Frente

 Creado por el comunista peruano César Falcón en agosto de 1936, fue uno de los principales órganos de propaganda del Partido Comunista. Su objetivo fundamental era llevar charlas, conferencias, exhibiciones cinematográficas y representaciones teatrales a los combatientes y llegó a integrar a más de doscientos artistas e intelectuales en sus filas. También enviaban camiones blindados al frente dotados con altavoces de cinco kilómetros de radio para «introducir en las filas facciosas la ideología del Frente Popular».

3. Organizaciones anarquistas

Las Juventudes Libertarias

 Las Juventudes Libertarias comenzaron a organizarse en Madrid y celebraron su primer congreso nacional en 1932. Aunque ligadas a la CNT y a la FAI, a diferencia de lo que ocurría con las juventudes socialistas y comunistas, las JJLL no se limitan a ser un apéndice juvenil y radical de una organización política. Su origen se encuentra en los grupos anarquistas de propaganda y cultura con una misión proselitista y formativa.

Los intentos de promover la unidad con la JSU quedaron en nada por las importantes diferencias ideológicas entre ambos movimientos. Las Juventudes Libertarias hacían hincapié en su apoliticismo y se centraban en actividades culturales. Mientras que la JSU, como el resto de organizaciones políticas, no dudaba en llevar a cabo una utilización sectaria de la infancia con la puesta en marcha de las organizaciones de pioneros, los jóvenes libertarios se mostraron contrarios a la ideologización infantil y a todo cuanto supusiera inculcar ideas belicistas a los más pequeños.

Mujeres Libres

 La Asociación de Mujeres Libres se creó en abril de 1936, impulsada por un grupo de mujeres anarquistas de los núcleos libertarios de Barcelona y Madrid, aunque su primera conferencia nacional no se celebró hasta agosto de 1937 en Valencia. La organización fue siempre ligada a una revista llamada también Mujeres Libres, en la que, entre otros asuntos, se defendía la maternidad consciente, la educación sexual y la libertad para abortar. Entre sus objetivos, figuraba el de luchar contra la triple explotación que padecían las mujeres: «esclavitud de la ignorancia, de mujer y de productora». Llegó a tener unas 150 agrupaciones locales y 20.000 afiliadas en la España republicana y se caracterizó por defender la liberación femenina desde la perspectiva de la emancipación de la clase obrera.

 Mujeres Libres reivindicó la igualdad entre sexos y el derecho de las mujeres a ocupar los espacios públicos, aunque rechazaron denominarse feministas por considerar el término burgués y por defender la igualdad desde un humanismo integral. Mujeres Libres priorizó el papel de madres de las mujeres frente al de esposas y se opuso al matrimonio burgués al tiempo que reivindicaba el acceso de las mujeres al trabajo en igualdad de condiciones, lo que les permitiría la independencia económica.

 En septiembre de 1937, la organización se intentó convertir en una central federativa de carácter nacional, al estilo de la FAI o de JJLL, pero integrada exclusivamente por mujeres, que aspiraba a ser la expresión oficial, organizada y reconocida de la militancia libertaria femenina. En esa pretensión chocaron con la CNT, la FAI y especialmente con las JJLL que temían la competencia que podía generar la nueva organización y se apresuraron a crear un secretariado femenino. Así, el Pleno Regional de 1938 se negó a la propuesta de Mujeres Libres de ser reconocidas como una rama independiente del anarquismo hispano en pie de igualdad con CNT, FAI y JJLL.

 Mujeres Libres realizó una activa campaña contra la prostitución planteándola no solo como un problema de salud que producía, a través de las enfermedades venéreas, numerosas bajas entre los soldados republicanos sino también como un mal social al que se veían abocadas las mujeres por falta de recursos económicos. Crearon los liberatorios de prostitución, una especie de asilos en los que las mujeres que querían abandonar el oficio recibían ayuda y formación pero la iniciativa, en líneas generales, fue un fracaso. La prostitución, lejos de disminuir durante la guerra, se incrementó considerablemente. Mujeres Libres participó directamente en los frentes de batalla.

Varias milicianas pertenecientes a esta organización estuvieron combatiendo hasta que el Ejército de la República optó por retirar a las mujeres a la retaguardia.

El Ateneo Libertario

 Los ateneos libertarios surgieron con la misión de realizar una labor pedagógica entre la militancia anarquista a través de los principios de la escuela racionalista. Organizaban conferencias y veladas instructivas y se postulaban como centros de elevación de la moral de los jóvenes y las mujeres, a los que pretendían emancipar. Se autogestionaban con los fondos procedentes de sus miembros, lo que les daba un importante nivel de autonomía pero al mismo tiempo los condenaba a una existencia precaria especialmente en las pequeñas poblaciones.

En Madrid una federación de ateneos libertarios (…) puso en marcha un bachillerato confederal que, en su primer curso, contó con 750 alumnos inscritos.

La Juventud de Educación Libertaria

 La Juventud de Educación Libertaria fue una organización con carácter pedagógico ligada a las Juventudes Libertarias que comenzó a funcionar en 1932. En Almería tuvo su sede en la calle del Milagro. Creada en el mes de abril de 1932, su objetivo era el de «desarrollar entre todos los jóvenes una amplia cultura libertaria, haciéndoles comprender que solo por estos medios podrán elevar su condición moral en la sociedad presente y preparar el camino para su completa emancipación en la futura». La organización tenía unos veinte afiliados encabezados por Segura García y tuvo una vida efímera. Un año después se disolvía «por no poder sufragar los gastos que ocasionan los libros al presentarlos».

 Solidaridad Internacional Antifascista

 Organización creada por la CNT en abril de 1937 mediante la que se intentó promover la solidaridad proletaria con España y contrarrestar la enorme influencia conseguida por el Socorro Rojo Internacional. La SIA realizó una importante labor de asistencia a la infancia, creación de colonias y reparto de alimentos.

 En Almería se constituyó oficialmente en enero de 1938, con Diego Berenguer como secretario y sede en la avenida de la República. Una de sus figuras más destacadas fue Isidoro Navarro, vocal en un principio y secretario general al final de la guerra.

4. A modo de balance

El movimiento obrero intentó contar con espacios propios de sociabilidad, conocidos como Casas del Pueblo, en los que se fueron integrando las distintas organizaciones anarquistas y comunistas. El Partido Comunista se caracterizó por promover una miríada de organizaciones de todo tipo, lo que se denominó la ‘galaxia’ del PCE, con las que intentó amentar su influencia en la sociedad. Uno de sus principales objetivos fue el de ayudar a los obreros represaliados por los gobiernos capitalistas, para lo que creó, siguiendo las instrucciones de la Internacional, el Socorro Rojo y el Socorro Obrero Español.


[1] Ramírez Navarro, A. (Tesis Doctoral): Anarquistas y comunistas en la formación del movimiento obrero almeriense (1872-1939). Universidad de Almería. 2014.

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